viernes, 30 de abril de 2010

Robocop del subdesarrollo

No puedo salir de mi asombro.

Entre un ex compañero de un trabajo anterior, la reaparición de la Bestia –más culposa que nunca- y un par más que habían quedado colgados por ahí, esta semana estuvo plagada de resurrecciones.
Y cuales jinetes del Apocalipsis, me llenaron de terror.

Por eso, y sin dudarlo, decidí cambiar de aire.
Lo que inicialmente pareció una caminata tranquila e inocente, se transformó en un repentino ataque de vergüenza ajena.

Me quise hacer la Nadia Comaneci, y con más fiaca que ánimo, decidí salir a correr.
Los que me conocen lo saben y no lo pueden negar. Tengo menos agilidad que una tortuga. No sean hijos de puta y dejen de reírse. Siempre hay una primera vez.
Me puse la joggineta, las zapas nuevas, una remera divina que debiera haber dejado para otra ocasión, y manoteando el mp3, tome velocidad para dejar mi amado hogar, lleno de tentaciones que invitan a la vagancia más absoluta.
Luego de recorrer las diez cuadras que me separan de una placita que está en frente a una comisaría, me dispuse a dar vueltas a lo loco.
Caminaba dos, corría dos. Caminaba dos, corría dos.Y todo al ritmo del amigo Rick Astley. Sé que es re mersa, pero en ciertos momentos, es el único que me puede poner las pilas.

Supongo que habrá sido por algún cambio de turno, o algo así. Como sea, en cinco minutos, la calle se llenó de policías.

Digan que amo los uniformes, que sino, esto nunca hubiera sucedido.

Cansada de tanta farsa aeróbica, decidí sentarme un rato. Y eso, parece haberlo animado.
El oficial Giménez se hizo presente. Me saludó y con la mayor naturalidad del mundo se sentó al lado mío.
Como no puedo negar que su estado físico me pareció tentador como mínimo, respondí con el “Hola, cómo va?” más baboso del universo.
A los diez minutos, eramos íntimos. Que el clima, que el trabajo, que nunca te veo por acá, que es mi primera vez, y cientos y cientos de los chistes más obvios que se puedan imaginar.
Anyway, el día estaba divino, pero ya empezaba a decaer. Y como buena desconfiada de la oscuridad, decidí emprender el regreso
.
Ante el posible escape de la presa, el cazador debe haberse sentido estimulado, y se ofreció a acompañarme.
Kamikaze? Por supuesto, pero en vez de volver por Acha, preferí agarrar Triunvirato. Los cúmulos de gente me hacen sentir segura.
A los pocos minutos, se desató el acabose. Es bueno que lo sepan ahora: mi suerte es breve, siempre.
No tuve mejor idea que entrar a un súper del barrio, para comprar una de esas gaseosas “finamente gasificadas” que tanto amo. Y mi galán de turno decidió acompañarme también, haciendo gala de su complejo de G I Joe.

En la caja estaba el único chino amigo que nunca me caga con el vuelto, pero con una mirada que bien podría haberle cambiado la forma de los ojos para siempre. Y en un tono que más que al señor Miyagi, hace pensar en Laferrere, le dijo a mi custodio personal: “tu mujer debe plata… tiene ahora?”
Qué pudo haber contestado el muy imbécil? “No, no puede ser. Yo estoy separado”, y se puso colorado.
El chino me miró, se rió y bien bajito murmuró: “hijo de puta”.

Sabes qué, policía sin acción?!? Un buen día te van a agarrar haciéndote el Terminator y vas a terminar como Fonito: puto y prostituyéndote en Lanús!!!!

Muejejeje! Como quisiera ver ese momento…


jueves, 29 de abril de 2010

Mercado de valores

Vaya uno a saber por qué…

Siempre están los que te tratan bien, te cuidan, se acuerdan de tu cumpleaños y hasta te acompañan al dentista. Los que son auténticos caballeros, de gran corazón y dispuestos a blandir su espada en cualquier momento con tal de defenderte.
Pero no. Los chicos buenos no son mi especialidad.

La pinta de reventado garpa. Y cómo!!!


La “Bestia” de mi primer relato califica.
El loco de la moto ni les cuento…
Pero el mejor, por lo menos en esta cuestión, fue mi amado “Wall Street”. Otro también que estaba para partirse, y al que conocí alrededor de los veinte años. Cómo? Chateando en un locutorio.

Él, sentado en la máquina de al lado, había “espiado” mi usuario. Me agregó, lo agregué, y empezamos a chatear como si nada. Cuando salió el típico comentario idiota de “ojalá estuvieras acá, conmigo”, él se sinceró y me escribió “lo estoy”.
Y aunque empezó a describir su atuendo con lujo de detalles para demostrar la veracidad de sus palabras, como buena tarada que soy, no me animé siquiera a girar un poco la cabeza.
Saber finalmente que sí lo tenía a mi lado, más que excitación, me produjo miedo.

Primer pensamiento: y si es el hijo de Jack, el destripador?


Segundo pensamiento: tendrá una navaja en el bolsillo?


Tercer pensamiento: cómo puede ser que esté tan fuerte?


Una vez asumida la realidad, me escribió, sin siquiera mirarme: “te espero en el bar de la esquina”. Se levantó, se puso su sobretodo azul y salió.

Muerta de miedo, decidí enfrentar el desafío.
Con las patitas temblorosas, yo también me levanté, agarré mis apuntes, pagué y me fui. Creo que los treinta metros que me separaban de esa esquina fueron los que más me costaron transitar en toda mi vida sexual.

Efectivamente, me estaba esperando. Y mirarlo fijamente a los ojos fue lo único que necesité para sentirme en mi salsa.
Era todo pulcritud. La camisa blanca, el traje azul y la corbata gris, eran magníficos.
Sin embargo, fue su rostro lo que más me perturbó.
La única palabra que se me ocurre para definirlo es degenerado.
Tenía la mirada intensa, los labios perfectos y el pelo cuidadosamente revuelto. Esa cara tenía rock. Mucho rock. O por lo menos, lo suficiente como para calificar entre mis estimados “reventaditos”.

La distancia que nos separaba del hotel fueron dos cafés. BIEN cargados.

El tamaño podrá no importar, pero a mi propio corredor de bolsa le agregaba perfección. Y si mal no recuerdo, fue él – o su lengua? - quien me enseñó el verdadero significado de los orgasmos múltiples.

Laburador como pocos, logró escabullirse de sus obligaciones por dos turnos completos, y yo llegué a casa a cualquier hora.

Por supuesto, a él lo esperaba su mujer.

A mí, esos apuntes que suplicaban un poco de atención.


Me saqué un tres en Historia del arte.

Dios bendiga los recuperatorios.

miércoles, 28 de abril de 2010

Mentira piadosa y hermosa

Fingir un orgasmo una vez.
Fingirlo dos veces.
Fingirlo cuatro, siete, diez.

El primero no me molesta, pero el resto… es necesario?

En repetidas oportunidades sentí que me recibí de pelotuda con honores, pero por cuestiones más románticas que pasionales.
La pasión es más simple: calentura, te da?, me da?, y listo.
En cambio, con los sentimientos la cosa se complica. Y como estoy en un momento de mi vida en el que mi mayor aspiración es convertirme en una mujer de teflón, no pienso ni acercarme al temilla del corazón.

No importa el lugar ni los participantes ni nada. Siempre la mentirosa aparece. Y la razón me intriga.

Afortunadamente, no es un recurso que haya necesitado aplicar todo el tiempo durante los últimos tres años (mejor no sigamos retrocediendo). Pero, por supollo, ahí están. Recuerdos de batallas que no lograban descargar municiones ni por asomo.

De todos modos, la querida excepción que confirma la regla existió, y me llena de orgullo.

Hace unos años, a la salida de la radio, me pasó a buscar “El loco de la moto”.
Uno de esos simpáticos y adorables enfermitos a los que apenas le nombras a Mister Davidson, acaban.
Y como justito era 29 de Agosto, y se conmemoraban 21 años de mi llegada a este mundo, fuimos a cenar con mis compañeros. Pobrecitos!! Los muy ingenuos no pudieron más que augurarme una noche desenfrenada. Wrong!

El hotel? Divain! Él? Estaba como quería. Un morocho impresionante, que difícilmente pudiera no generar expectativas. Yo? Una reina! Pero bueno… El tiempo pasa, las cosas se caen y otras incrementan su tamaño. Qué juventud…

La cuestión es que él estaba como loco, y pasándola genial. En cambio, esta humilde servidora trataba de recordar si la llave del gas había quedado cerrada o abierta.
Pero ojo: no era por él. O si? No sé. Yo estaba demasiado dispersa… Pensando en aquel del que sí estaba enamorada? No me acuerdo. Como me gusta hacerme la boluda…

Sin embargo, toda esa repetición jadeante de mi querido loco, y el cansancio que me estaba empezando a generar la investigación de nuevas posiciones durante dos horas completas, me dieron una idea. Y si…?

No lo dude ni por dos segundos.

Y en contra de cualquier pronóstico, mi intento de imitar a Meg Ryan funcionó.
Me surgió la inspiración de no sé donde, y empecé.
Se ve que el teatro tiene sus privilegios. En mi fue mágico.

Resultado? El “loco de la moto” está a la cabeza en mi lista. No será el primero, pero es parte del Top Ten sin dudarlo.

Digo no a la mentira en todos los aspectos pero, por primera vez, sentí que tenía que reivindicarla.

Nada mejor que un orgasmo brutal y lleno de realidad. Y aunque exagerar o mentir es mejor que no sean alternativas, no puedo negar que el recuerdo es inmejorable.

martes, 27 de abril de 2010

Trastorno por déficit de atención


La cosa es así.


Él: La Bestia. Gerente de no sé qué, de un banco privado. 39 años. Prototipo ideal de supuesto Charles Ingalls: casado, tres hijas - seguramente de trenzas doradas-, esposa mantenida, un perro. Labrador, obvio.

Yo: un desastre. Soltera. Sin trabajo. Mente inquieta. Cuerpo ídem. Prototipo ideal de “la otra”.

La bestia es un tipo que se jacta – tiene con que – de ser un amante ideal.
Sabe muy bien lo que hace con su talento para seducir, cuando aplicarlo y cómo se debe mover la lengua. Maravilloso. Uno de esos que te roban el aliento con la mirada, y te arrancan el alma de sólo rozarte.

Debo admitir que cometí, hace varios años ya, el pecado mortal: me enamoré de él. Con el tiempo lo superé, y pude volver tranquilita al lugar de donde nunca me tendría que haber corrido.

Este bello hombre, seductor y manipulador como ninguno, el mismo que adora cancherear a la distancia para dejarte lista a la hora de pasar a los bifes, es el que hoy no pudo evitar portarse como un chico.


Este proyecto de Mister Músculo no tuvo mejor idea que olvidar uno de tantos mensajes (hot?) enviados a esta personita.


Tarado!!!!! Se borran los recibidos, pero también los enviados!!!!!!!!!!

La tecnología lo volvió un imbécil.

La que lo descubrió fue una de las hijas, y como se ve que a la niña no le gusta perder el tiempo, corrió a mostrárselo a mamá.

Conclusión: hoy, a las siete de la mañana, me despierta el celular. Miro el caller id, bostezo, presiono “responder” y digo, a viva voz (qué pelotuda soy!!): “hola, hermoso… me parece que te equivocaste de horario”.
Silencio.
No hizo falta nada más; ahí lo supe. No era él quien precisamente había llamado.
Mi mano cerró el fono, mi cara se transformó, y el pánico se encargó del resto.

No voy a engancharme en ningún discurso moralista ni nada. Yo soy de las que creen firmemente que la única persona que debe explicaciones es aquella que está faltando a un acuerdo. Yo, en éste caso, no tengo que rendirle cuentas a nadie.

Hay que tener talento para ser/tener un amante. Y no hablo de lo meramente sexual. Ok: hay algunos que te agarran y te matan como si hubiera pasado una década desde la última vez que la pusieron. Y estoy segura de que - para el que porta el anillo en el dedo o el compromiso en el corazón - la pasión es, en gran medida, resultado de la fucking adrenalina.

Pero hoy no es ese el tema. En la cama, el auto, el pasillo que da a la calle o incluso en su propia oficina del banco, la Bestia siempre fue y es más de lo que podría desear en años.
Pero no alcanza.

Es asombroso como un pelotudo te puede sacar de clima tan rápido.

lunes, 26 de abril de 2010

Mi primera vez en público...


Definitivamente, la masturbación es un vicio.

Va de la mano de la coca (cola), la pizza, comprar zapatos y Robert Downey Jr.

Cuál es la onda? Encontrar algo q nos haga tan felices como para hacernos desaparecer del mundo? Nahhhhhhh… Aunque no sería mala idea. Especialmente en momentos como éste, en el que las horas, en su mayoría, están vacías.

Ok. Yo sé que todos lo hacen (no se atrevan a mentirle a la tía Lola), pero me encantaría conocer todas y cada unas de las variaciones posibles para hacer el amor con la persona que más se ama en el mundo. Un brain storming productivo, de una vez.

Como “buena niña mala”, tengo mis propios toys. Sin embargo, los dejo tirados por ahí. Cuanta plata al divino… La caja de un par de Manolo debe ser el mejor escondite; por ahora, duermen con Saverio. Y aunque estén hechos a medida (WTF???), siempre los abandono.

Hay un instante que se vuelve mágico… Y nada lo reemplaza. Ni las bolitas plateadas, ni esos conejitos que más que placer, me dan pena.

Nunca quise tocarme viendo a Bugs Bunny, y mucho menos al de Trix, pero Jessica Rabbit me quema la cabeza.

Es maravilloso descubrir como un masajeador para omóplatos en desgracia puede traerte de regreso a la vida, especialmente al abandonar a Morfeo.

No sé porque será, pero la mañana me inspira como nada en el mundo.

Ahora es de noche.

Qué genial es poder adaptarse...