miércoles, 28 de abril de 2010

Mentira piadosa y hermosa

Fingir un orgasmo una vez.
Fingirlo dos veces.
Fingirlo cuatro, siete, diez.

El primero no me molesta, pero el resto… es necesario?

En repetidas oportunidades sentí que me recibí de pelotuda con honores, pero por cuestiones más románticas que pasionales.
La pasión es más simple: calentura, te da?, me da?, y listo.
En cambio, con los sentimientos la cosa se complica. Y como estoy en un momento de mi vida en el que mi mayor aspiración es convertirme en una mujer de teflón, no pienso ni acercarme al temilla del corazón.

No importa el lugar ni los participantes ni nada. Siempre la mentirosa aparece. Y la razón me intriga.

Afortunadamente, no es un recurso que haya necesitado aplicar todo el tiempo durante los últimos tres años (mejor no sigamos retrocediendo). Pero, por supollo, ahí están. Recuerdos de batallas que no lograban descargar municiones ni por asomo.

De todos modos, la querida excepción que confirma la regla existió, y me llena de orgullo.

Hace unos años, a la salida de la radio, me pasó a buscar “El loco de la moto”.
Uno de esos simpáticos y adorables enfermitos a los que apenas le nombras a Mister Davidson, acaban.
Y como justito era 29 de Agosto, y se conmemoraban 21 años de mi llegada a este mundo, fuimos a cenar con mis compañeros. Pobrecitos!! Los muy ingenuos no pudieron más que augurarme una noche desenfrenada. Wrong!

El hotel? Divain! Él? Estaba como quería. Un morocho impresionante, que difícilmente pudiera no generar expectativas. Yo? Una reina! Pero bueno… El tiempo pasa, las cosas se caen y otras incrementan su tamaño. Qué juventud…

La cuestión es que él estaba como loco, y pasándola genial. En cambio, esta humilde servidora trataba de recordar si la llave del gas había quedado cerrada o abierta.
Pero ojo: no era por él. O si? No sé. Yo estaba demasiado dispersa… Pensando en aquel del que sí estaba enamorada? No me acuerdo. Como me gusta hacerme la boluda…

Sin embargo, toda esa repetición jadeante de mi querido loco, y el cansancio que me estaba empezando a generar la investigación de nuevas posiciones durante dos horas completas, me dieron una idea. Y si…?

No lo dude ni por dos segundos.

Y en contra de cualquier pronóstico, mi intento de imitar a Meg Ryan funcionó.
Me surgió la inspiración de no sé donde, y empecé.
Se ve que el teatro tiene sus privilegios. En mi fue mágico.

Resultado? El “loco de la moto” está a la cabeza en mi lista. No será el primero, pero es parte del Top Ten sin dudarlo.

Digo no a la mentira en todos los aspectos pero, por primera vez, sentí que tenía que reivindicarla.

Nada mejor que un orgasmo brutal y lleno de realidad. Y aunque exagerar o mentir es mejor que no sean alternativas, no puedo negar que el recuerdo es inmejorable.

2 comentarios:

Sanguche dijo...

Las mujeres y las Harley son una mezcla tremenda, como el Whisky con amaretto.
Lo de mentir a los gritos, si es una vez, es anecdota. Si supera el numero, es triste, pero entendible desde el lado de una mujer que no quiere o siente vergüenza de lo que recibe (insuficiente).

Lola dijo...

Amigo Sanguche: coincidimos.
Pero te juro: en ese momento fue milagroso como el encendido de mi Harley empezó a funcionar...
Por las dudas, no me vuelvo a arriesgar. Gracias a Dios, el paradero de mi loco de la moto es desconocido, como así tamb su teléfono.