miércoles, 30 de junio de 2010

Regreso sin gloria

Durante estos últimos dos días, tuvimos un acuerdo tácito de paz, y casi ni nos dirigimos la palabra. Pero justo hoy, que me sentí bendecida al enterarme de que mi jefe no iría a la oficina, las cosas vuelen a enredarse en mi trabajo.

En medio de una de esas reuniones de los nabos de marketing, en las que nadie entiende de que hablan y a la que tuve que ir muy a mi pesar, hicieron la presentación de tres gerentes nuevos de no sé qué sector, por no sé qué motivo (nunca, nunca, nunca puedo prestar atención por más de diez minutos).
Y así, de la nada, listo para asumir su nuevo cargo, volvió a aparecer él.

Está bien que yo no haya sentido ni mariposas en la panza por mi enamoramiento de hace años, pero tengo que admitir que me temblaron las patitas, de sólo pensar en tanta tensión sexual disfrutada en viejas épocas.

No pienso ni hablar de los intercambios de miradas durante su discurso inaugural ni nada. Simplemente, quiero decir que, cuando finalmente me lo cruce en el ascensor (sí, señores! Cuando la suerte no está de mi lado, mi vida es la suma de todos los clichés cinematográficos) me dí cuenta de que, en realidad – y más allá de mi temblequeo inicial - ya no me pasa naranja… Y que todos sus gestos de gran seductor… no me movieron un pelo. Fue por eso que, cuando llegó su invitación casi inevitable a llevarme a casa a la salida, le dije que no, sin siquiera pensarlo. Por inercia, o como si me estuviera invitando a salir el cadáver de Berny "huevo" Neustadt.
Ante la negativa, puso carita de perro abandonado bajo la lluvia. Y yo, en vez de ofrecerle refugio, le encaje una patada en el ortix.
A continuación, se me hizo el ofendido, bajó del ascensor hecho una furia y ni me miró.

Les juro: creo que a este tipo, que hasta hace un tiempo me parecía taaaaaaaaan seguro de sí mismo, sólo le faltó hacer un revoleo bien wellapon para demostrar su enojo.

1 comentario:

Mariano Grondona (?) Soy tan de derecha que si se me escapara un huevo me cuidaría de que nunca sea el izquierdo. No al zurdaje! dijo...

Esto es un golpe bajo, mi queridísima Lola. El testículo de Bernie es una obra maestra del mal gusto. Lloran los directores de películas clase D, nunca lograrán cranear una imagen tan patética de un ser. Y adentrándome en el relato, cualquier persona que quiera considerarse especia humana rechazaría cualquier propuesta de cualquier ser que estuviese en algún punto relacionado al huevo del cadáver de la foto.