viernes, 21 de mayo de 2010

Hoy, sí (retomo lo del Martes)

Creo que F no tardó siquiera dos segundos en agarrarme de la mano y arrastrarme detrás de aquellas cortinas negras.

Cuando finalmente las dejamos atrás, empezamos a caminar entre dos filas de boxes privados, con tamaño sólo para que cuatro personas puedan tomar algo. Y, misteriosamente, estaban todos vacíos.
Acaso había alguien de ese lado de la frontera?
Si! Pero más adelante.

Al final de esas dos filas, nos encontramos con otra cortina más.
Desde antes de cruzarla, ya se escuchaban muchas voces. Y al atravesarla comprobamos que no todos estaban hablando.

En éste nuevo espacio, la gente era, como mínimo, más “amigable”.

Algunos sólo miraban. Otros, buscaban la oportunidad de ser parte. Y yo me quede dura.
Era la primera vez que podía ver en vivo y en directo un grupo de 7 hombres, dedicados enteramente a una sola mujer. Y como mi propio debut en el sexo grupal aún engrosaba la lista de tareas pendientes, no pude más que sorprenderme.

La chica en cuestión estaba en cuatro patas, sobre una mesa de madera oscura, con cada una de sus rodillas apoyada sobre un almohadón distinto.
Sus manos, por otra parte, no le servían de sostén y, en cambio, se encontraban completamente dedicadas a satisfacer a dos hombres diferentes.
Otro, parado detrás de ella, parecía competir por ser quien mejor la estaba pasando con el que disfrutaba de las habilidades orales de la geisha de turno.
Los demás, demasiado ocupados en su propio placer, sólo la acariciaban.
Y alrededor, además de algunas parejas que no tuvieron ningún drama en dejarse llevar por la calentura, estábamos nosotros: los voyeurs.

F estaba sacadísimo. Tenía la cara roja, estaba empezando a transpirar y sus ojos lo delataban demasiado. No paraba de tocarme, y el escote que mi remera tenía en la espalda se convirtió en su aliado.

De ahí a preguntarme si quería unirme a alguno de los grupos, hubo poco. Y mi respuesta, generó mucho...

No hay comentarios: