domingo, 30 de mayo de 2010

Esteeeee.....



"Morocha: te doy hasta que Don Ramón pague la renta".

Aja.

Cada vez estoy más cerca del suicidio.

jueves, 27 de mayo de 2010

No entendí na de na

Caminar a las dos de la tarde por Callao no es nada diferente a hacerlo a las 8.30hs.

Cuando la turba iracunda sale del subte, se baja del taxi, de su auto o de algún colectivo, lo hace malhumorada, con los dientes apretados y cara de “necesito un activia”.
Te llevan por delante, te hacen retroceder mil pasos, y de disculpas ni hablar.
Los volanteros siempre intentan practicarte una traqueotomía con ofertas de celulares, almuerzos ejecutivos, y promos en sex shops.
Las señoras tipo “Shan Ishidro” son las mismas que podrían matar a sus hijos con tal de cagarte un giro, y los señores pululan en grupos de a cinco como mínimo, siempre detrás de un leader of the pack apendejadísimo, con lentes espejados que valen más que todos mis perfumes juntos.

Odio el centro y sus derivados.
Sin embargo, desde hace aproximadamente un mes, el destino se empecina en obligarme a pasar por frente del Congreso CUATRO veces por día como mínimo, todos los días.
Demás está decir que, sumado al aburrimiento que me genera la zona, hago alarde de mis cuelgues permanentes, desconectando mi mente de la realidad hasta llegar a la línea B.

Pero como la vida te da sorpresas, y hoy me tocó a mi, no siempre puedo permanecer en mi amada burbuja.

Cruzando Entre Ríos, apurada y con el semáforo que me grita que camine rápido, casi me choco con un tipo. Cuarenta años, calculo, grandote como a mi me gustan, y muy alto. No sé como no lo vi.
Me corro para la izquierda, él también. Me corro para la derecha, él también. Varias veces. Y en el único momento en que subo la mirada hasta sus ojos, me dice “sos mala, eh…”. Se ríe, me guiña un ojo, y sigue su camino.
Yo también sigo el mío, pero no dejo de preguntarme que carajo quiso decir.
Está bien que mi belleza produzca el mismo efecto que el video de La llamada, pero éste sí que me descolocó.
La gente está loquita, loquita…

miércoles, 26 de mayo de 2010

Se acabó lo que se daba

Creo que la única causa por la que F no se dio cuenta de que ante su pregunta me puse colorada, fue porque estaba mirando el show central de la noche.

Excitación al margen, la realidad es que yo no podía dejar de pensar en como escapar.

Para peor, en ese momento aún no vivía en mi amada Urquiza, sino a dos horas y media de donde estábamos. Serían las tres de la mañana, y yo ya sabía que no iba a encontrar forma humana posible para arrancar a mi chofer personal del lugar.

“Y si me tomó un taxi? Y si me escondo en el baño? Y si me hago la desmayada?”.
Ninguna de las tres opciones me convencía, así que sólo la suerte sería la encargada de definir mi futuro.

Terrome, terrome, tesín, tesan. Terrome, terrome, quepúm, bajá. AL BAÑO!!!!!!!!!!!

Mientras F seguía embelesado con la imagen de la chica con más puertos usb de la historia, yo puse mi mejor cara de nada, y enfilé hacia mi destino, sólo deseando que no se repitiera la visión del boliche anterior.
Y como la limpieza ahora sí estaba a mi favor, entré, bajé la tapa de un inodoro, y me senté a pensar como mierda iba a salir de ahí.
Para empezar, opté por dedicarme a escuchar cada una de las conversaciones que allí se daban.

Entre esposas desesperadas que querían retener a maridos aburridos, streapers sin un mango en busca de una oportunidad y travestis que luchaban por esconder su masculinidad, me topé con Nati, una que – gracias a Dios - estaba más perdida que yo.

Desde mi lado, podía ver sus pies en unas sandalias geniales. Sacudía la simpática patita izquierda nerviosa, y no hacía más que hablar con amigas que no podían venir a su rescate. Bingo!!!! Ella estaba tan al horno como yo, y quería salir corriendo como loca.
Le hablo? No le hablo? Le hablo? No le hablo? Le hablo? No le hablo? Le hablo? No le hablo?

Un resoplido suyo fue suficiente para entrar en pánico ante la posibilidad de que se fuera, así que…

Lola: che… me parece a mi o estás en la misma que yo?
Nati: eh?!?
Lola (asomando una mano por debajo de la división): yo, acá…
Nati: ah, hola.
Lola: Hola. Te querés ir, no?
Nati: igual que vos.
Lola: jurame que no me vas a matar y compartimos un taxi.
Nati: y si vos me afanás?
Lola: y si vos me secuestrás?
Nati: y si vos me robás un riñón?
Lola: andate a la mierda. Querés irte o no?
Nati: hasta dónde vas?
Lola: hasta Adrogué, vos?
Nati: hasta Almagro.
Lola: la puta madre.
Nati: bueno, che! Es eso o nada.
Lola: …
Nati: vamos?
Lola: …
Nati: che!
Lola: de quién te escondés?
Nati: de la trola de mi novia. Vos?
Lola: de mi futuro ex marido.
Nati (abriendo la puerta de mi baño de un empujón): a ver, novia fugitiva, me tenés los ovarios al plato. Venís o no?
Lola (puchereando): bueno.
Nati: llamo un taxi.
Lola: gracias.
Nati: De nada. Che… qué lindas tetas tenés… Y si nos quedamos?
Lola: ANDATE A LA MIERDA!!!

Y así fue como Lola se cagó la noche solita, y se tuvo que bancar que F repartiera espermatozoides hasta las siete de la mañana.
Qué pelotuda!

sábado, 22 de mayo de 2010

Coitus interruptus

Por favor!!! Por qué será q no puedo terminar con la historieta de F? Será mejor que la doble, me la meta en el bolsillo y la abandone?
Ya me estoy agotando de mí misma, pero hay algo que no puedo dejar pasar.

Es necesario que cada vez que escribo algo haya gente que me pregunte si es cierto o no?
No lo digo de mala onda – o si? -, pero me asombran muchísimo todos y cada uno de los preconceptos que ciertas historias pueden generar.

En muchas cosas, soy ciento por ciento Lola. Y en muchas otras, no.

En qué influye que lo que cuento sea verdad o mentira?

Porqué la gente aún se sigue poniendo nerviosa ante la posibilidad de que alguien a quien conocen haya consumido éxtasis?

El sexo grupal es algo con lo que nadie jamás fantaseó?

Acaso soy la única a la que le surgen momentos en los que los deseos de estrangular a alguien por la más ridícula nimiedad la envuelven completamente?

En este tipo de cuestiones, no soy adepta a “tu pasado, te condena”.

En todo caso, elijo confiar en que el pasado enriquece, y ayuda a elegir en el presente, para pasarla mejor en el futuro.

Ciertos temas no merecen ni un segundo de análisis. No vale la pena colgarse con estas dudas insignificantes. Pero aún así, quería escribirlo. Tal vez sea porque me duele la cabeza, porque la humedad de estos días me enfurece, o simplemente, porque mañana tengo que arrancar a las cinco am. Hoy no tengo paciencia para estos planteos.

Ojala se pudiera reír, o llorar, o aburrirse, o enojarse sin ningún tipo de juicio personal.

Tal vez no le importe a nadie, pero como a mí sí, quiero decirlo: ESCRIBO PORQUE ME GUSTA. Y YA.

viernes, 21 de mayo de 2010

Hoy, sí (retomo lo del Martes)

Creo que F no tardó siquiera dos segundos en agarrarme de la mano y arrastrarme detrás de aquellas cortinas negras.

Cuando finalmente las dejamos atrás, empezamos a caminar entre dos filas de boxes privados, con tamaño sólo para que cuatro personas puedan tomar algo. Y, misteriosamente, estaban todos vacíos.
Acaso había alguien de ese lado de la frontera?
Si! Pero más adelante.

Al final de esas dos filas, nos encontramos con otra cortina más.
Desde antes de cruzarla, ya se escuchaban muchas voces. Y al atravesarla comprobamos que no todos estaban hablando.

En éste nuevo espacio, la gente era, como mínimo, más “amigable”.

Algunos sólo miraban. Otros, buscaban la oportunidad de ser parte. Y yo me quede dura.
Era la primera vez que podía ver en vivo y en directo un grupo de 7 hombres, dedicados enteramente a una sola mujer. Y como mi propio debut en el sexo grupal aún engrosaba la lista de tareas pendientes, no pude más que sorprenderme.

La chica en cuestión estaba en cuatro patas, sobre una mesa de madera oscura, con cada una de sus rodillas apoyada sobre un almohadón distinto.
Sus manos, por otra parte, no le servían de sostén y, en cambio, se encontraban completamente dedicadas a satisfacer a dos hombres diferentes.
Otro, parado detrás de ella, parecía competir por ser quien mejor la estaba pasando con el que disfrutaba de las habilidades orales de la geisha de turno.
Los demás, demasiado ocupados en su propio placer, sólo la acariciaban.
Y alrededor, además de algunas parejas que no tuvieron ningún drama en dejarse llevar por la calentura, estábamos nosotros: los voyeurs.

F estaba sacadísimo. Tenía la cara roja, estaba empezando a transpirar y sus ojos lo delataban demasiado. No paraba de tocarme, y el escote que mi remera tenía en la espalda se convirtió en su aliado.

De ahí a preguntarme si quería unirme a alguno de los grupos, hubo poco. Y mi respuesta, generó mucho...

jueves, 20 de mayo de 2010

Post de emergencia

Me fui al diablo con la hora. Y como me queda aún mucho por delante, hoy decidí tomarme un respiro.

Definitivamente, soy una persona a la que no le hace naaaaada bien amanecer a las cinco AM, durante más de tres días seguidos.

Estoy feliz: la vida ha recuperado el movimiento que más me gusta, pero la energía, por hoy, ha dicho basta, haciendo que el final de mi derrotero swinger se postergue un poco.

Sin embargo, no quería irme sin dejarles una sonrisita nocturna, tontona y bien ordinaria, como a mí me gusta:
A que huele la pija de Popeye?
A aceite de Olivia.

Mua!

miércoles, 19 de mayo de 2010

Este sí, pero bien escondido...

Luego del repugnante primer intento swingueril, con F llegamos a un ambiente muy distinto.

Una larga escalera nos llevó hasta las más pesadas cortinas color violeta. Y un par de segundos después de que la recepcionista – en apariencia, salida de la agencia de Dotto - nos diera algunos consejos que no recuerdo, entramos.

Aún estaba vacío. Y a medida que la gente iba llegando, todos se sentaban alrededor de una plataforma que más tarde oficiaría de escenario.

Las miradas sorprendían. No era sólo una cuestión de levante; cada uno buscaba, con miedo, algún rostro que le resultara familiar. Creo que no hubo ningún encuentro.

El show nos tuvo a todos expectantes.
No se trataba de un simple streep. O no al menos de lo que yo, hasta ese entonces, consideraría como tal.
La señorita en cuestión bailó y se desarmó alrededor del clásico caño plateado, y cuando tuvo ganas, empezó a masturbarse.
Y cuando tuvo más ganas, decidió sacar de “su interior” una… cinta?
Sacaba metros y metros de una cinta blanca, que parecía haber tenido oculta entre sus pulmones.
La música estaba muy alta, pero aún así, el silencio se podía sentir.
No había nada que los espectadores quisiéramos más, que seguir observando hipnotizados la infinita y angosta tela.
La chica terminó, y hubo aplausos furiosos; no sólo nos había deslumbrado con su original talento para esconder cosas en su cuerpo, sino que también había sido la encargada de calentar el ambiente.

Por eso, cuando todo se convirtió en una pista de baile, las miradas ya no eran las mismas. Fue como si nos hubiera ahorrado horas de presentaciones, y con ello, nos regaló cierta confianza y relax.
Tanto que F ya ni me importaba.

Lo único que yo quería descubrir era que había detrás de otras cortinas, negras, que rodeaban el lugar. Y, como buen caballero, F se sintió en la obligación de llevarme a descubrirlo…

lunes, 17 de mayo de 2010

En la guía del ACA no está

Mi inicio en el tema swinger llegó de la mano de F, a mis 20 años, en primavera.

Rompiendo con mi clásico prejuicio de amar descontroladamente sólo a los morochos, F era un rubio que bien merecía una mordida por cada centímetro cuadrado de piel.
Me llevaba varios años, y se notaba. Mucho y gracias a Dios.

No podría definirlo como un maestro, pero sí ha sabido destacarse por su inconmensurable nivel de convencimiento: te agarra, te besa, te deja caliente, te envuelve, te pone un moño y hace lo que quiere con vos. Grrrrrr…..

No recuerdo como fue, pero en algún momento DECIDIMOS ir a dar unas volteretas por uno de esos boliches swinger (se dice así?) que prometen banda ancha de “buena predisposición en un ambiente cálido y confortable”. Tooooodo un eufemismo si tenemos en cuenta que el lugar era peor que un baño de Plaza Miserere.
Mal iluminado, mal decorado, mal higienizado.

Ok. Yo sería muy feliz si en vez de mi amado One pudiera llevar un Lisoform en la cartera, pero créanme que ese lugar bien podría convertirse en el peor enemigo del reliverán.

Primer acercamiento: F me lleva de la mano hasta la barra. Nos sentamos, me pregunta cómo me siento, y le contesto “bien”, en vez de llamar a bromatología. Error!

Una pareja, con menos sutileza que Locomotora Castro, se nos acerca y F se siente feliz.

Yo, al borde del suicidio, decido huir del desconocido candidato – mooooy parecido a Silvio Soldán con exceso de viagra – y su mimosa acompañante, que ya estaba empezando a acariciarme la espalda, con tan mal tino que la única posible salida que se me ocurre es encerrarme en el toilette.

Adentro del baño: mierda. Afuera del baño: ídem.

Pero como mi paciencia es poca, me animo y vuelvo a la barra, le corto la onda a F, y lo arrastro de la mano hasta el auto, con cara de “se murió la mamá de Bambi”.

F, muerto de risa como siempre, parece tener aún más opciones.

Y la que aquí suscribe no tiene mejor idea que seguirle la corriente...

viernes, 14 de mayo de 2010

Futuro cierto

Mi noche con N trajo muchas cosas.
La peor? Haber llegado tarde al trabajo.
La mejor? Me acaba de mandar un texto diciendo que en media hora llega.

Amo sentirme en confianza.

Es innegable que soy una persona por demás ansiosa, que acelera de uno a cien en nada y a la que los nervios siempre la carcomen.

Hay un ritual que siempre se repite, ya sea que esté por conocer a alguien o por enfrentar una primera noche juntos.
Limpio. COMO LOCA.

Una vez en terapia me dijeron que tengo una necesidad tan grande de tener el control de todo que, inevitablemente, cada vez que siento que no puedo manejar algo, busco acercarme a una situación que sí pueda dominar. Podría ser comer. Podría ser comprar. Podría ser fumar. Pero no. Elijo limpiar.

Otra vez, un chico del que estaba inmensamente enamorada me dijo que tengo una necesidad – y dale con la palabrita! – tan imperiosa de ser perfecta, que termino ahuyentando a la gente (en especial hombres) a la que hago sentir que “no es suficiente para mi y mis exigencias”.

Aja.

Todos tenemos nuestros mambos. A veces hay ganas de resolverlos, enfrentarlos y hacerlos puré. Otras veces, no.

Y luego de unos cuantos meses de haber pasado por una prueba detrás de otra, finalmente he llegado a un estado de comodidad impresionante, del que no quiero correrme. No quiero pensar en nada.

Por conveniencia o por ganas, N me entiende. Y con él, no hace falta más nada.

Se puede ser en un ciento por ciento genuino y estar tranquilo de que nunca se lo va a espantar.
Se pueden contar los peores chistes, cantar a los gritos desafinando a lo bestia o incluso rayarle el auto. Nada lo perturba.
Hoy, eso es oro en POLVO para mi.

No quiero quilombos.
Odio que me rompan las pelotas.
Me jode soberanamente la paciencia que me pidan explicaciones.

N es ideal. Por lo menos para hoy, ahora.
Mañana seguramente ya no lo será. Volveré a soñar con un hombre de más de cuarenta años, que me domine, me tenga bien cortita y me desarme con su seguridad.

No puedo dejar de pensar en la agenda que me trajo de nuevo a N.

Pero lo mejor de todo, es que aún tiene muchos teléfonos que esperan un poco de atención.
Y como soy demasiado obediente, seguramente en breve les esté dando exactamente lo que quieren... que es lo mismo que quiero yo.

jueves, 13 de mayo de 2010

Qué suerte que ésta noche voy a verte...

Al igual que la mayoría de la gente (que conozco), he sabido disfrutar de ciertos placeres que espantarían a más de una – jamás a todas - de mis antiguas profesoras de catequesis. Y como no sólo hablo de poder lanzar una blasfemia tras otra con la facilidad de un camionero de Moyano, el post de hoy va dedicado a N.

N apareció en mi vida hace como ocho años, y cada vez que se aprovechó de la misma, me hizo feliz.

Por exclusivo mérito suyo, yo solía terminar cada viernes agotada.
Los ojos verdes o negros son un peligro para mi. Y este chico, que bien podría ser una esmeralda caminando, siempre me desequilibró.
El prototipo de nerd de las computadoras ni lo rozaba. O sí, pero solamente en su obsesivo coeficiente intelectual.
Entre los brazotes musculosos, esos terribles ojazos, y el pelo tan oscuro como revuelto, yo me sentía en el paraíso de las babosas.
Una noche me llamó de sopetón. Sin planes a la vista, y con los colmillos asomando, me pedí un taxi hasta San Telmo.
Cuando me abrió la puerta, me puse nerviosa. El estaba genial como siempre, pero con una tonalidad sospechosa en los ojos y un andar tan pesado que, lo confieso, me asustó. Yo tendría 19 años, y por ese entonces, no tenía ni idea de nada. Me hacía la que sí, pero yo sabía que no.
Y por eso mismo, fue que mi única respuesta a la pregunta “querés probar?” fue un enorme “obvio”.
Es tan fácil acostumbrarse al placer…
Los porros siempre me pegaron bien, y este caso no fue ni por casualidad una excepción.
Pero la simpática pastillita rosa, con una sonrisa grabada en ella como afirmación de su nombre, me hizo ir más allá.
Esa noche también está entre las mejores.
La exaltación de todos los sentidos fue maravillosa. Y el que más disfrutamos fue el tacto.
Estuvimos muchísimo tiempo tocándonos. Simplemente eso.
Nos agarrábamos de las manos, y nos dedicábamos, felices, a presionar cada centímetro.
Algo que podría haber sido muy aburrido, se convirtió en la gloria, e inevitablemente nos llevo a desnudarnos.
Pocas veces he disfrutado tanto los besos…
N siempre fue un talento, pero esa noche… lo percibí de una manera muy diferente.
Y entre decenas de forros rotos por el exceso de torpeza al intentar abrirlos, un humo delicioso y varias botellas de alcohol, nos dedicamos a matarnos.

Nunca me gustó el típico sexo lento de las comedias románticas. Por mi experiencia, hasta diría que es inexistente. Y aunque hubo pasión en exceso, lo que más recuerdo es la ausencia de velocidad… Las horas que invertimos en el otro no fueron suficientes, y repetimos varias veces. Esa lentitud me volvió completamente loca, y tenía la sensación de que ya nada podía esperar de la vida.

Hasta hoy.

Frente a la Casa Rosada. 15.15hs, aprox. Los dos apurados. No lo vi hasta que me lo lleve por delante. Me quede dura. Él siguió caminando, en la suya. No pude guardar silencio. Grite su nombre dos veces. No me escuchó. Cuando reaccioné, ya estaba caminando detrás suyo. Lo agarre del brazo. Como la suerte no existe, me había equivocado. No era quien yo pensaba. Pedí perdón, y retomé mi camino. No roja de vergüenza, sino verde – como sus ojos –, pero del odio.

Y como la suerte no existe, pero uno siempre puede intentar buscarla, mi verdadero N ya está durmiendo en mi cama.

Gracias al destino – en quien sí confío - por nunca haberme permitido tirar esa agenda…

miércoles, 12 de mayo de 2010

Qué sacón de onda...

Hasta hace un par de días, las ya viejas y queridas páginas de contactos, eran una opción más. Not any more. Ya les contaré why.

No sólo he sido víctima del célebre desesperado que rogaba porque cada una de las suscriptas le presten sus tangas, y de las más dudosas propuestas de matrimonio.

Este recurso de los tiempos modernos me ha enfrentado en reiteradas oportunidades con aquellas cosas que odio. Y si aún no las defenestraba, ahora sí.

A ver, dulces angelitos: si una se toma el trabajo de pensar una forma no aburrida (jamás me atrevería a decir divertida) de describirse, y hablar de “lo que busca”, por qué nadie lo lee?

Todo bien. Pero (siempre hay un pero) una cosa es que me escriba un tipo de 44, cuando yo especifiqué que sólo estoy dispuesta a enmantecar, enharinar e incarle el diente sólo a machos de 32 a 40, y otra muy diferente es que me escriba uno de 65 – sí, señores! Tres años más grande que mi viejo!- con ganas de que lo acompañe a jugar a las bochas o que lo ayude a llamar a Pami escucha.

El primer mensaje siempre es definitorio.
Si hay:
- errores ortográficos, semánticos, morfológicos
- algún rasgo de desesperación o tratamiento psiquiátrico
- fotos con menores de edad (a ver si cuidan un poco a sus hijos, che!)
- vestuario tipo Payaso Mala Onda
- exceso de pelos…
NO RESPONDO. BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA. NI QUE ME AMENACEN DE MUERTE O DE HACERME ESCUCHAR A LOS PARCHÍS.

Pero como mis manías siguen, si agrego a alguien al tan útil msn, y lo primero que me pregunta es “quién sos?”, las ganas se me van. A ver, querido: hace dos segundos estábamos en la ventanita del chat. Por tu propuesta, y para comodidad de ambos, decidimos pasar a otra instancia tecnológica. Es necesario que te olvides de que quedamos en esa boludez? La única, real y tajante respuesta es… ta tan ta tan… NO!

Pero hay uno que fue insuperable. Por mucho. Lejos. Cachetazo.

Me mandó una animación, seguida de una solicitud.
Lo agregué al chat de la página en cuestión. Más tarde, pasamos al msn. Eras taaaaan simpático.
Media hora de charla animada, y divertida.
Se ve que lo tuyo no son las despedidas.

JohnnyWalker71 dice (23:22): ants de q t vayas, quiero decirt algo

Lola dice (23:22): venga

JohnnyWalker71 dice (23:23): quiero q me la chupes ya con esa boca de puta q tns :))

Lola ha cerrado sesión (23:23).

Ok, Johnny. Yo podría chupártela entera, comérmela toda y hasta tragar feliz, pero… me podés explicar qué carajo significa esa carita de mierrrrrrda, justito ahí?

martes, 11 de mayo de 2010

Barilo, Barilo!! Volvamo´ a Barilo!!

Para obsesionarse con el sexo… nada mejor que perder la virginidad una semana antes de viajar a Bariloche.

Estamos todos de acuerdo en que el típico viaje de egresados es ciento por ciento sinónimo de descontrol, insomnio, alcohol y culipatín.

Pero para mi, básicamente, fue un período de entrenamiento.

Mi primera vez no es un hecho que pueda calificar como malo, aunque sí como pobre.

Y, como buena niña responsable, decidí que, una vez en marcha el viaje, podría dedicarme a ampliar horizontes.

He llegado incluso a salir de Sky Ranch, sólo para morirme de frío bajo la nieve y matarme con un chico que se me ocurre que hoy debe tener un presente maravilloso.

Coordinadores? Si, clá! Dos. Uno de mi grupo, y otro de un grupo de la misma empresa, pero de distinto colegio.

Yo me dedicaba a pasarla bien, y generar comentarios – muchos – de mis entonces compañeros.
Qué me iba a importar!!! Cada noche, indefectiblemente, yo cumplía con mis objetivos sexuales.

Sin embargo, fue la aventura más perfectirijilla la que se convirtió en mi condena pública.

Al igual que todas mis grandes experiencias barilochenses, esta también comenzó en By Pass.

Gabriel. En aquel entonces, dieciocho años. Y aún sintiéndome poco atraída por los rubios, este beio niño de ojos color miel (qué pajera que soy…) sólo tuvo que mirarme.

Lo hizo, y lo logró.

Yo, cansada ya de acosar a escondidas los trastes de un grupo de brasileros divinos, que cada vez que sentían un manotazo en el orto giraban su cabeza en todas direcciones al mejor estilo suricata ofendida, cuando lo vi, no pude disimular de ninguna manera mi opinión sobre su fisonomía.

La frase de moda en aquel año (2000) seguía siendo “qué fuerte que estas”. Y como mi descaro no encontraba sosiego, no dude en decírsela. Se rió, me agarró de la nuca y empezó.

En menos de quince minutos, ya estábamos buscando un taxi.
Llegamos a su hotel, subimos a las apuradas, y el señorito que tan inocente parecía, me dio MI PRIMERA EXPERIENCIA GENIAL.
Hizo todo lo que tenía que hacer, exactamente como lo tenía que hacer, por mucho más tiempo del que en ese momento yo podía imaginar.

Ese mismo día, alrededor de las diez, tuve que bajar a desayunar. A las diez!!!! Y todo por una excursión insípida al centro. Ya me estaba asqueando de los San Bernardo.

Había llegado a mi hotel hacía dos horas, tan dolorida, como feliz y satisfecha.

Mi amor se quedó en su cheto hotel de Río.
El mío? El de Compañía.

Lo primero que escuché cuando entré al comedor, de boca de uno de mis coordinadores, fue: “ahí llegó la traidora”.

Coordinador al que, esa misma noche, le estaba cerrando la boca.
Y no con buenos argumentos, precisamente…

El pez por la boca muere, y la trola por el Río fluye.

lunes, 10 de mayo de 2010

A quién se le ocurre?

Soy un desastre! Soy un desastre! Soy un desastre!
Soy un desastreeeeeeeeee!

Como siempre, dejo todo para último momento. Y la víctima de hoy, es mi amado blog.

Me levante a las seis am, entre al trabajo a las nueve, salí a las 3, llegué a casa a las 4.
El agua volvió a las 5, yo me dormí a las seis y me acabo de despertar.

Por primera vez en mi vida, tengo una cita… UN LUNEEEEEEEES!!!!!!

Y mi pelo en estas condiciones…
El pelo, la cara, los ojos.
Por supuesto, como a la mayoría de las mortales, el maquillaje corrido me queda horrible.

Tengo que bañarme, arreglarme las uñas, decidir que diablos puedo ponerme, exagerar y quejarme un poco de que no tengo ropa, de que para sandalias hace frío y que para botas todavía es too much, y de que me puse demasiado rubor.

Encima, este teclado de merda que tiene las teclas durísimas. O son mis dedos?

Además, me conozco y sé muy bien que cuando me ponga a elegir la imagen del post de hoy, no voy a estar menos de cuarenta minutos con el temita.

Entre las corridas de un típico primer día de trabajo, lo bueno es que pude descubrir que ciertos talentos, habilidades o como se les quiera llamar, no han desaparecido.
Lola: tres. Racha de mala suerte: cero.

GREAT!!!!!!!!!

Tengo miedo de que me agarre un ataque, y no puedo evitar preguntarme, sobre todo teniendo en cuenta de que incluso si tuviera diez horas por delante para prepararme, estaría como loca igual, si todas somos idénticas en éstas cuestiones.

Mis amigas, familiares, conocidas, obvio.

Ustedes?

Y los hombres?

Yo me hago cargo de que tardo mil horas para todo, y de que en algún momento voy a tener que ordenar (o quemar) el quilombo padre de ropa que hay sobre mi adorado sommier pero, sacando eso, sospecho que el “noventa y nueve coma nueve periódico el nueve” por ciento de las mujeres somos así.

Lo he visto, lo he sufrido y lo he hecho. No creo necesitar más pruebas.

Aunque sí volver a terapia. O un reloj. O una mucama. O un cuetazo en el orto.

viernes, 7 de mayo de 2010

Lola no está de humor

Hoy parece ser día de pura nostalgia…

Jamie Cullum es un tipo que me parte el alma cuando canta. Y hoy me la pasé, desde que abrí los ojos a las seis y media de la mañana, tarareando “What a difference a day made”. Es un tema bellísimo, pero en mí es también indicio de que pronto empezaré a arrastrar los pies.

Además, acabo de ver algo que me recordó otros tiempos, en los que (creía que) era más feliz. Todo por culpa de Telefé. Y de Matt Groening.

Mi frenético amor por Los Simpsons siempre fue grande. Y cuando se estrenó la película, tuve que ir.

Y sí… Fui con él.

Ok. La película me pareció un asco. Pero estaba en buena compañía, y eso parecía poder remediar cualquier mal humor.

Luego de que vi la promo del próximo estreno en tele abierta de la movie en cuestión, no pude dejar de pensar en esos buenos tiempos.

Dos años después de esa función, mi supuesto amor me partió el alma y, sobre todo, me decepcionó.

Sin embargo, cuando hoy empecé a recordar aquellos momentos, sólo pensaba en los buenos, los felices y los divertidos.

Gran peligro.

Si no fuese por “esos” recuerdos, ya habría hecho “ese” llamado que, posiblemente, hubiera hecho resurgir demasiadas cosas geniales, pero también de las otras.

Si no fuera por ellos, yo ya habría traído de nuevo a la vida a Penélope. Esa eterna guardiana de la espera, a la que tanto me costó matar, y a la que nunca extraño.

Dios bendiga a la memoria.

Hoy no me importan ni los signos de puntuación, ni lo que acá tenga que escribir o no.
Tampoco me interesa que alguien, al leerlo, se cague de aburrimiento y menos que consideren que no puedo ser graciosa.

Es Viernes. Quiero brindar.

Por mí, y por nadie más.

Pdt: ok. Este post es una mierda, lo sé. Y??? Es más barato que hacer terapia, así que LOLA.

jueves, 6 de mayo de 2010

Querés un pañuelo?

Conozco a un tipo divino por una triste y mal diseñada página de Internet (la primera que me animé a visitar, en Diciembre de 2009, tres meses después de llorar como una loca psicótica por mi ex).

Hablamos durantes unos quince días, y me divierto como loca.
Me hace reír, es en apariencia inteligente y muy culto (dos de las cosas que más kinky me ponen).
Tiene una vida propia, es independiente, y con treinta y cinco años, repartidos en una fisonomía más que llamativa, hace como diez que abandonó el nido materno.
Es un diseñador gráfico genial, que está listo para ser violado indiscriminadamente por la que aquí suscribe, y que llena mi casilla de los mails más divertidos que jamás haya leído.
Escribe sin un solo horror ortográfico, y tiene unos ojos verdes a los que, sin lugar a dudas, podría volverme adicta.

Nos vamos al carajo y empezamos a hablar de hijos.

Nos vamos más al carajo, y ya estamos planeando la luna de miel (a dónde te gustaría que vayamos? A las Maldivas! Ay, no!! En serio??? A mi también!!! Qué pelotudos…).

Finalmente, decidimos salir de la vida virtual.

Me pasa a buscar por casa.
Abro la puerta, nos miramos, nos reímos como dos idiotas y nos abrazamos como viejos – y degenerados- amigos.
Caminamos D-E-L-A-M-A-N-O hasta Los Incas y mi amada Triunvirato, tomamos un taxi, y nos vamos al cine.
Sacamos entradas para una de esas películas románticas que nada prometen… salvo suficiente oscuridad como para matarnos a besos.

Un vaso de seven en las manos de él, papas fritas en las mías, y entramos.
Dicho y hecho: besos perfectos, labios ídem.

No hubo un solo segundo en el que prestáramos atención a la fucking película, hasta que… se largó a llorar.

Nunca entendí que había pasado, salvo que alguien – según él- se había muerto y había dejado a su gran amor esperando.

Me pueden decir en que fatídico momento le prestó atención al argumento?

Que los metrosexuales son un invento relativamente nuevo, y a veces insoportable, ya lo asumí.

Que los delincuentes de siempre son los más seductores, también.

Pero qué un tipo que pasa horas y horas al día metido en el gimnasio, con el único objetivo de convertirse en una “máquina de matar” (avejentada), me venga a decir, lleno de mocos y a los gritos por mi supuesta falta de sensibilidad, que dos ciertos personajes inservibles le acaban de “partir el alma” al “inundarlo de emociones que creía reprimidas”, con la voz de Buonanotte, me pone de mal humor.
DE MUY MAL HUMOR.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Me permite esta pieza?

Desde que el último Lunes escribí la frase “los dioses del Golden”, hay algo que me quedó dando vueltas terriblemente.

Así como tuve una época de fan de “Luismi” (grasa o no, lo amaba), y una en la que no faltaba a ninguna Cream, South Park, o SAMC, tuve otra en la que era abonada del querido Golden.

Casi todos los viernes del otoño de 2005, me despatarraba con mis entonces amigas (sobrevive la mejor!!) en la mesa más cercana al escenario, a disfrutar de la vista de esos muchachos enormes y sexualmente inaccesibles. No porque nosotras no estemos dispuestas a, sino porque ellos… bue… dejalo ahí.

Y aunque los hombres sean más visuales que las mujeres, no puedo negar que terminaba cada show ávida de cariño. Mientras más guarro, mejor.

Hubo una oportunidad – creo que para el festejo de mi cumpleaños o del de una de las chicas – en que un ex compañero de trabajo honró la velada trayendo a su hermano, y fui feliz. Pero ese es otro tema del que ya hablaremos algún día.

Hoy, la cuestión es que, además de a los hombres portadores de sendos Lumilagros, no puedo olvidar la noche en la que todas las féminas presentes se rieron a costillas de mis propias palabras.

En una parte del show en la que Juan Carlos – la que ha ido, sabe muy muy bien de quien hablo -, vestido de tanguero, nos hacia aullar a todas. Y en el medio del bardo, a ésta desubicada se le dió por gritar “Sur, paredón y después te parto!!!!!”.
Ok. A todas les encantó, y no dudaron en festejar mi mal chiste con aplausos y carcajadas poderosísimas, pero yo no pude evitar ponerme roja.

Sépanlo, hombres del mundo: una puede ir a un antro de éstos a ver hombres de músculos inobjetables, pero créanme que lo mejor, lejos, es otra cosa, también provocada por nuestra inagotable locura hormonal.

A qué se va al Golden? A reírse, my friends!!!!!!!!

martes, 4 de mayo de 2010

Who do you think you are?


Che… No es al menos un poco raro que alguien que te dice que te ama como a nadie pierda indefectiblemente tu número de cel cada dos días?

Hay cosas que ya no tengo ganas de explicar(le). Y menos estando más cerca de los 30 que de los 20. Canejo. Carancho. Achalay, my brother.

El señorito en cuestión fue uno de esos tremendos, intensos y maravillosos amores adolescentes… que duró menos de un mes.
A mis indefendibles 15, me dejó. Literalmente, y con el corazón roto.

Ocho, nueve o diez años después me llamó así, de la nada, para que seamos AMIGOS.
Aja…

Tardó poco en volver a tirar un par de perros, y yo mucho en convencerme. No por hacerme la difícil, sino porque me daba fiaca (ni yo me entiendo).
Un día, después de transar a lo loco (amo la palabra transar), su frase fue “pero ojito, a no ilusionarse con esto, eh!”.

Ah, bueno!!!!!!!!!!!!!!!!!! Habló el Dios del verano!!!!

Y como me lo dijo luego de habernos despedido esa noche, y yo ya estaba caminando hacia mi casa, no me quedó más remedio que girar hasta mirarlo, y decirle, llena de orgullo virginiano, con ascendente en Aries: “ah, no, lindo… no te ilusiones vos, porque este corazón ya está ocupado”.

Qué feliz fui!!!

Odio desenfrenadamente a los cancheritos.
Y nada me das más placer que poder tomar revancha de los que se creen que son lo más mejor y lo menos pior del mundo, haciéndolos sufrir su peor pesadilla: el ridículo.

Resentida? No.
Rápida? La hermana de Niki Lauda. Un gusto.

lunes, 3 de mayo de 2010

Muertos... Vivos?!?!?

Como quien no quiere la cosa, o sí, se armó un perfil falso en Facebook para aprovechar el chat y que nada quede registrado a su nombre.
Luego de no sé cuanto tiempo, resucitó de la nada el ser menos esperado.

Hasta hace unos años, habíamos sido compañeros de trabajo, pero nada más. NADA. Ni siquiera una insinuación. No tenemos pasado compartido.

Y ahora, resulta que se acordó de que alguna vez fuimos amigos y que por ese único motivo, tiene que tener pase libre a mi cama.

Perdón?!?!?

Estamos de acuerdo en que el pibe puede tirarse tranquilo a la pileta, y que yo puedo decir tanto que no como que sí, pero de ahí a despertarme a las tres de la matina para tratar de convencerme de que lo deje venir a casa, haciéndose el copado… Nah!!!!

Primero, se hacen los superados.
Después, los cancheros.
Más tarde, los dioses del Golden.

Ahora bien: cómo pasan de ser un pichón de Cacho Castaña a convertirse en seres tan suplicantes que hartan?
Y ojo, no lo digo desde un lugar de superada, ni nada que se le parezca. Es bueno que lo sepan: a la cintura la perdí en la guerra del Golfo.

Acá, el temita es que, cuando están desesperados, pueden ser peores que una minita de trece años que vive diciendo “ay, vamos, chicas!”, cada vez que se enoja con alguna compañera del colegio.

Por qué no entienden un no?
Por qué lo toman como algo personal?
Por qué, si yo te juro que está todo bien, la tenés que cagar empezando a pedir explicaciones de la nada?
Por qué, si yo te digo que no podés venir a casa porque los albañiles me siguen invadiendo y no pienso tenerlos de voyeurs, insistís así?!?!?

Lo siento mucho por ustedes, pero yo necesitaba hacer catarsis.

Tengo poca paciencia, poquísima, lo sé, pero muchas veces, la vida se empecina en tentarme.

Conste que yo avisé: una 38 no me vendría nada mal.